
Cuenta Enric Sierra en 'La Vanguardia' del fallecimiento del pescador de Sitges Joan Ramón Domingo achacándolo sotovocce a que iba solo en lugar de con su hijo, como siempre, por recortar gastos. Y le sirve para hablar de la sobre-explotación de los caladeros, de los costes de combustible y de la demanda de pescado en Catalunya, apuntando algunas ideas.
Mi relación con el mar de sitges es de amor y fobia.
Me gusta mirarlo y fotografiarlo como en la foto, desnudo y azul, apenas iluminado por "los caminitos del sol" que decía mi pareja cuando niña. Me gusta cuando lo veo bravío y verde y cuando la calma lo dibuja tranquilo, cuando lo vela la boira y lo surcan los barcos. Me gusta el mar y me gusta desde que leí hace muchos años aquella obra maestra de Hemingway titulada precisamente así, 'El viejo, y el mar'. La coma es mía porque siempre puse coma a ese título.
Sin embargo, mi fobia por el mar es tan larga como mi amor por él. El mar se cobra sus deudas de vez en cuando y una vez estuve a punto de ahogarme.
Ahora, "Juanra" no está. Como no están muchos marinos y pescadores de costa en este país amplio de costas y corto de profetas. Pero el mar sigue ahí y lo estamos jodiendo entre todos.
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